(Productores de Pruebas 9) COMO OBTENER FE SIN LUCHAR


  Después del milagro en el cual Jesús maldijo una higuera, y ésta se secó, Jesús les dijo a sus discípulos que tuvieran la fe de Dios.
“Respondiendo Jesús les dijo: Tened fe en Dios.” (Marcos 11:22)

  En el relato de Mateo, Jesús de instrucciones adicionales 9 sobre el poder de la fe.
“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera; sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho.
Y todo lo que pidieres en oración, creyendo, lo recibiréis.” (Mateo 21:21-22)
  A todo hombre le gustaría obtener esa clase de fe... esa fe que mueve montañas y hace proezas para Dios.
  Oramos pidiéndola, la buscamos, luchamos en nuestro espíritu por recibir esta fe.
  El propósito de este manual es que el Espíritu Santo nos lleve al punto donde cesemos de luchar, cesemos de luchar por recibir esta fe, y suavemente fluya la misma fe de Dios a nosotros.
  Hemos pensado que Dios depende de lo que poseemos, de lo que tenemos, de nuestros logros. Dentro de nosotros mismos luchamos por obtener los dones del Espíritu: fe, amor, gozo, paz....todas estas deseables características.
  No creo que haya una sola persona estudiando este manual que no se encuentre en una lucha por elevarse espiritualmente para así ser usado por Dios.
  El propósito de este libro no es articular doctrinas sino llevarlo a usted a un nivel espiritual que jamás ha visto. Al llegar nuestro ser a un plano espiritual que jamás habíamos conocido, el lugar de importancia que ocupa la doctrina en nuestro camino se aclarará.
  Tomemos esta enseñanza y apliquémosla a la fe, teniendo en mente esta verdad clave;
  No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
 Todo lo que tenemos viene de arriba, todo....todo don...toda habilidad.
“Toda buena dádiva, y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17)
“Porque ¿Quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste,
¿Por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4:7)
  No hay merito, ni habilidad, ni don alguno que poseemos por nosotros mismos. Eso es algo que Dios nunca permitirá. Sin embargo, en su búsqueda por obtener fe, actuar en fe, obrar en fe, etc., el hombre ha tratado de colocar a Dios en un lugar vulnerable. Esto ha traído como resultado confusión y frustración.
  Esta lucha por obtener fe y el uso de palabras que no con tienen sabiduría, han causado dolor y confusión en las vidas de aquellas personas quienes no han recibido la contestación a sus oraciones.
¿PORQUE NO SANO?
  Esta lucha ha causado dolor innecesario es las vidas de aquellos miembros del Reino de Dios que no han sanado.
  Han venido a yerme personas, llorando, y me han dicho: “Hermano Cerullo, yo creo. ¿Por qué no sano?”
  Su lucha es evidente y real, pero intenta hacer vulnerable a Dios. Se culpa a Dios por el fracaso.
  Dios no será vulnerable a ningún hombre. El’ no será j vulnerable al intelecto que usted pueda poseer o a su nivel de espiritualidad.
  Es por esto que digo que el hombre no recibe nada, si no le es dado del cielo. Cuando recibimos dones y frutos de Dios esos dones son perfectos. No necesitamos luchar o pelear para recibirlos o perfeccionarlos.
Jesús dijo:
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5)
  Los pámpanos no producen el fruto. La vida esta en la vid. Nosotros, los pámpanos sólo llevamos el fruto.
  Este fruto incluye la fe de Dios.
  En el capítulo anterior enfaticé que la fe es un recurso espiritual y viene de Dios. Es dada al creyente como un “sexto sentido”, uno que sobrepasa los cinco sentidos (tacto, vista, oído, olfato, gusto) con los que el hombre natural ha sido dotado. Este no es un sentido que posee el no creyente.
  Aun el don de la salvación no es el resultado de alguna fe natural que posee el no creyente. El no creyente no puede ejercitar su fe y con ella apropiarse de Dios porque no posee esa fe en su vida.
  Alguien podría preguntar, ¿entonces, por qué en Efesios 2:8 dice: por gracia sois salvos por medio de la fe? Pero no se detenga allí. Termine el versículo.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)
  Ahora empezaremos a estudiar como y cuando llega la fe. El hombre en su estado natural posee cinco sentidos que Dios le ha dado. No existe ser humano en este estado natural que tenga la habilidad de ejercer esta característica llamada fe, este poder transformador de Dios.
  Usted podría preguntarme: “¿Qué habilidad tiene el hombre natural?”
  Compartiré con usted algo que le ayudará a terminar ahora mismo con esa lucha, esa búsqueda de fe. Su fe nunca mas volverá a ser como un sube y baja. No volverá a pensar un día que usted tiene mucha fe, y al siguiente día sentir que no posee fe alguna.
  Imaginase un no creyente. Usted puede testificarle en alguna esquina. O, puede asistir a una cruzada, o de alguna manera éste no creyente recibe el mensaje de Jesucristo.
 ¿Qué característica posee ese hombre? Posee una voluntad. Tiene poder sobre su voluntad.
La verdad que estoy compartiendo aquí con usted es de valor incalculable para todo predicador que hace llamamientos al altar. Hemos visto maravillosos grupos venir al altar tanto aquí en Norte América como en otros lugares del mundo. La invitación se hace con sencillez. Sin embargo, multitudes vienen a Cristo, con la simple pregunta: ¿Ha nacido usted de nuevo?
EL SECRETO DE LOS GRANDES RESULTADOS
  Hay un secreto que le ayudará para actuar con facilidad tanto en su trato con individuos como en sus llamamientos de altar. Usted ya no luchará. Usted no tendrá que pasar a la gente por el infierno para hacerlos reaccionar.
¿Qué posee el hombre a quien se le testifica de Jesús?
  El posee voluntad, la imagen de Dios que le fue dada por Dios mismo. El hombre tiene poder sobre esa voluntad. Dios no puede invadir esa voluntad porque El colocó esta estructura dentro del espíritu del hombre. Dios no invade la voluntad del hombre.
  Cuando usted le testifica a este hombre o se para en la plataforma e invita a las personas a venir a Jesucristo, el Espíritu de Dios llega a esa persona y busca I espíritu de ella. El Espíritu de Dios empieza a buscar al espíritu de aquel individuo. Ese hombre posee una voluntad, tiene poder sobre su voluntad, y puede determinar que su espíritu crea o que no crea.
  Hay una grande diferencia entre creer y tener fe.
  Hay muchas conferencias y cursos que se imparten sobre el auto-desarrollo y mejoramiento de la mente. Usted puede levantarse y atreverse a creer ciertas cosas que lo convertirán a usted en una persona positiva.
  Todo esto esta bien, pero no es a lo que nos referimos cuando hablamos de poder sobrenatural.
  El pensar positivamente lo elevará a usted mentalmente. Pero, el poder sobrenatural de la fe de Dios abrirá los ojos ciegos, destapará oídos sordos, y hará caminar a los cojos. Esta fe tomará al no creyente y le otorgará el milagro del nuevo nacimiento, nacerá de nuevo... El milagro, si el milagro de la salvación.
  Pero regresemos al hombre no creyente sobre el cual empieza a descender el Espíritu de Dios.
  ¿Qué es lo único que puede hacer este hombre?
  Recuerde su propia salvación y sea honesto: Lo único que usted podía hacer era ejercitar el poder que tenía sobre su voluntad. ..y rendir su voluntad al Espíritu Santo, o podía resistir la predicación, el testimonio, y el llamamiento del Espíritu. Si examinamos esto, encontraremos que el 90 por ciento de los que vienen a Cristo no saben lo que la salvación en cierra. No tienen ni la menor idea, Es por ello, que el ministerio del Cuerpo de Cristo es importantísimo en una reunión evangelística. Muchos pastores culpan al evangelista cuando ellos reciben poco o ningún beneficio de una cruzada. Ellos dicen: “Mi iglesia no sacó nada de esta reunión.” No es el trabajo del evangelista tomar el fruto y colocarlo dentro de la iglesia. Este es trabajo de la iglesia. Y dentro de las iglesias hay muy pocos adiestrados en como hacer este trabajo. Es por esto que se pierde el fruto. He observado a pastores que permanecen al margen y después critican: nosotros no recibimos beneficio alguno. Si levantáramos una encuesta en nuestras iglesias hoy en día, para determinar cuantos miembros evangelizan y testifican, cuantos emplean tiempo en ganar almas, yo creo que los resultados serían tristes y frustrantes. ¿Quién tiene la culpa? ¿El evangelista? No. El pastor tiene la responsabilidad de guiar al pueblo. Debemos quitar estos obstáculos. Nunca solucionaremos nuestros problemas ignorándolos. Eso no remediará nada. Es necesario que esto se diga como nunca antes y con un fuerte énfasis.
QUE ESTA SUCEDIENDO EN EL MUNDO ESPIRITUAL
  El noventa por ciento de los que vienen a Cristo no saben lo que en realidad sucede. ¿Qué esta pasando en sus vidas? ¿Qué esta sucediendo en el mundo espiritual? El Espíritu de Dios baja y trata con el hombre. El hombre tiene la habilidad por medio del poder que ejerce sobre su voluntad, de entregar su vida a Jesucristo.
  Cuando yo hago un llamamiento al altar, eso busco. Busco personas dispuestas a someter sus espíritus al Espíritu de Dios y decir, “Yo quiero que mis pecados me sean perdonados.” Yo no intento explicarles como, porque, cuando, y donde, y confundir sus mentes. Lo único que les pregunto es, ¿Desea que le sean perdonados sus pecados? ¿Desea ser salvo? ¿Desea sanidad para su alma? ¿Desea el milagro de la salvación? ¿Entregará usted su corazón a El? ¿Le entregará su vida? ¿Confiesa usted que es pecador? ¿Recibe usted (por medio de su voluntad) a Jesucristo? Invítelo, entréguele su voluntad, y ¡El será Maestro y Señor de su vida! Cuando esto sucede, hemos encaminado almas hacia una vida milagrosamente cambiada. Lo único que se necesita es creer, y entregarse. Cuando esto sucede, entra en efecto lo que dice Efesios 2:8 y 9, la salvación que es por gracia por medio de la fe pero no de vosotros. La persona está orando en el altar (o en cualquier otro lugar). El no conoce lo que encierra la salvación en su totalidad, pero él sabe que desea entregarse al Espíritu de Dios el cual sintió en esa reunión. El ora a Dios. Ora pidiendo salvación. El esta diciendo: “Señor, ten misericordia de mi. Me arrepiento de mis pecados. Señor, ayúdame.” El dice: “Recibo a Jesús como mi Salvador.” Todo este tiempo esta siendo quebrantado. Su rebelión esta siendo quebrantada. Dios recibe la oportunidad de dirigir esta vida. Entonces es cuando entra en acción la gracia de Dios... Es salvo por gracia por medio de la fe, pero no de si mismo. Es don de Dios.
  En ese momento en que él se rinde, la fe que no es de hombres sino de Dios....EI don de Dios... Es impartido a la vida de ese pecador. En ese momento en que obra el poder transformador de Dios, ese hombre se para del altar y dice, “No lo entiendo, pero algo ha sucedido. Me siento nuevo, me siento diferente.” ¿Qué sucedió?
FE EN ACCION
  El don de Dios ha entrado en su vida y repentinamente es hijo de Dios. Tiene una relación con Dios. La fe es dada un don de fe — la fe de Dios. Si esta gran verdad se enseñara a todo hijo de Dios, a cada uno, cuantas luchas se evitarían, cuantos problemas, cuanto dolor. Si sólo comprendieran los hijos de Dios que lo que se encuentra dentro de ellos no es fluctuante, que no pertenece a ellos, sino que es de Dios y El nunca cambia. Vence toda circunstancia. Vence toda prueba. Vence todo problema.
  Porque no es nuestra propia fe, no será vencida cuando venga la prueba.
  Porque no es nuestra propia fe, vencerá toda enfermedad que intente entrar a nuestros cuerpos.
  Porque no es nuestra propia fe, venceremos toda prueba, toda circunstancia, todo problema, y nos hará más que vencedores en cada situación....porque no es nuestra fe.
  Fe no es algo usted desarrolla. No es un poder psíquico, ni auto-hipnotismo. Es saber lo que sabe Dios.
  En cierta ocasión escuche a un hombre dar instrucciones a los que estaban formados para ser ungidos con aceite. A cada persona le decía: “Antes de que llegue hasta donde esta ese hombre y le ponga las manos, usted repita: estoy sano... estoy sano...estoy sano...estoy sano...estoy sano...estoy sano...estoy sano...estoy sano...y cuando él ponga las manos sobre usted, usted sanará.”
  Usted no los produce. No los fabrica. No los crea. Usted no produce esto por medio de memorizarse la Escritura. Al principio de su camino, Dios se los da a usted como un don, y después depende de usted el que estos crezcan. Usted lo recibe como don de Dios. ¿Cómo se cambia esa experiencia inestable por una experiencia firme y estable? Allí viene un problema. Pero usted continúa su camino. Llega alguien que lo maldice, pero usted continúa amándolo. Usted nunca tropieza. Llega dolor a su vida, pero el gozo permanece real en usted. Pasa usted una experiencia en que usted cree que perderá todo y no sabe que hacer, pero usted tiene una paz constante. Nada puede hacer que usted sea inestable. Usted permanece firme, fiel, inmutable. Debemos comprender que el hombre no tiene nada sino aquello que recibe del cielo. No es su propio gozo, sino el de Cristo el que se manifiesta. No es su propia paz, sino la de Cristo la que se manifiesta en usted. No su propio amor, sino el amor de Dios.
  Quiero hacerle una pregunta que nos lleva a la raíz de este problema: Si no podemos producir amor, si no podemos producir gozo, si no podemos producir paz, ¿puede usted decirme como es que cree usted que podemos producir fe, siendo la fe uno de los más grandes frutos del Espíritu?
LA VID Y LOS PAMPANOS
  La Biblia dice que el Señor Jesús es la Vid y usted y yo somos los pámpanos.
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en m y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5)
  Los pámpanos no pueden producir fruto por si mismos, si no permanecen en la vid. La vida esta en la vid. El Padre es el labrador. El la cuida. El Padre se la dio a Jesucristo. Jesucristo nos la dio a usted y a mí. Usted y yo somos sólo los pámpanos, nada más. Usted es sólo el pámpano, usted lleva fruto. No lo produce, sólo lo lleva. Cuando tenemos la fe de Dios, ésta nunca cambia. Nunca varía. Siempre esta firme. Esa vida inestable de fe desaparece. Su vida de fe es constante porque vive la fe de Dios mismo....la fe de Dios... otorgada a usted...por la Vid (Jesús)...y la cual obra en los pámpanos (usted) y produce fruto (amor, gozo, paz, FE, etc.)  Es por esto que Pablo podía decir, “Nada de esto me mueve...aunque estuviere desnudo, o en tribulaciones, o naufrago, o fuere golpeado.”
“Pero de ninguna cosa hago caso, ni es timo preciosa mi vida para mí...” (Hechos 20:24)
    El dijo, “De ninguna cosa hago caso...de ¡ninguna!” El tenía la fe de Dios. El dijo:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución,
o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Romanos 8:35)
  Mire lo que dijo:
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un
cada vez mas excelente y eterno peso de gloria.”  (II Corintios 4:17)


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