¿CÓMO HACER QUE SU FE CREZCA? (1)



¿Cómo Crece La Semilla De La Mostaza?


Una de las razones por las cuales el Señor nombra maestros, es para habilitarlos para tratar con la incredulidad. Cuando Jesús fue a Nazaret, la ciudad de su infancia y juventud, la Biblia dice: “No pudo hacer milagros allá por la incredulidad [colectiva] de ellos”.

Existe lo que se conoce por el nombre de incredulidad corporativa o de toda una comunidad que impide la operación de Cristo. Siguiendo este comentario, en el capítulo seis de Marcos leemos la declaración directa: “Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando”. ¿Por qué? Porque la enseñanza es el antídoto de la incredulidad.

No amamos a las personas por la incredulidad; las enseñamos por su incredulidad. Así que, necesitamos ser enseñados sobre la fe: sobre el potencial de la fe que hay en nosotros; sobre los principios que gobiernan el crecimiento y la fe; particularmente, sobre cómo aumentar nuestra fe.

Cuando Jesús habla acerca de la fe, Él siempre la relaciona con nuestras interacciones con otros creyentes. Si la fe va a crecer, requerirá el envolvimiento de nuestras relaciones con otros creyentes.

En Lucas 17:3-4, Jesús enseñó a los discípulos diciendo: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”.

En respuesta a esta enseñanza sobre el perdón y relaciones humanas, los apóstoles le rogaron al Señor: “Aumenta nuestra fe” (v 5).

Se necesita de la fe a fin de llevarnos bien con algunos santos que son contrarios. Como lo expuso un poeta algunos años atrás. “El vivir arriba con los santos a quienes amamos, ¡Oh, eso sería una gloria! El vivir abajo con los santos que conocemos, ¡esa es una historia diferente!”

Cuando Jesús comienza a hablar acerca de “vivir abajo con los santos que ellos conocían”, inmediatamente los apóstoles reconocieron su necesidad del aumento de su fe.

A. LA FE CRECE EN ETAPAS
El próximo versículo es probablemente el pasaje más mal entendido sobre la fe en las Escrituras:“Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lc 17:6).

El pasaje paralelo en Marcos 11:23 no sólo menciona árboles, sino también montañas: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.

No muchos de nosotros estamos reorganizando la topografía (moviendo montañas); por lo tanto, hemos “espiritualizado” este concepto de la fe que mueve montañas. Cuando no podemos hacer que una escritura obre, la “espiritualizamos”, trayendo la Palabra de Dios hacia nuestra experiencia, más bien que llevar nuestra experiencia hacia la Palabra de Dios.

Dios desea que Su Palabra obre. Él dice en Jeremías 1:12: “Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra”. En otras palabras: “Respaldaré mi palabra para que obre lo que yo quiero” [traducción parafraseada]. Necesitamos descubrir este tipo de fe que “habla” y sucedan cosas.

El punto es este: Hay una “fe que articula” y está a la disposición de los hijos de Dios: “una fe que dice”.
Los expositores bíblicos han interpretado a Lucas 17:6 como sigue: “Se necesita una poquita de fe para realizar cosas grandes”. El problema con esta clase de doctrina es el siguiente: ¡No trabaja! Un “poquito” de fe nunca ha logrado cosas “grandes”.

1. Fe Como La Semilla De Mostaza
Algunos años atrás, descubrí que la traducción de Weymouth dice: “Si usted tuviera fe que creciera como un grano de mostaza...”. Cuando leí eso, el Espíritu me hizo entender la enseñanza de Jesús de una manera diferente [nueva]. Era una manera que nunca antes había escuchado a alguien explicar la fe.

Jesús no nos estaba diciendo que todo lo que necesitamos es un poquito de fe del tamaño de un grano de mostaza y, entonces, podríamos mover árboles y montañas. Por el contrario, estaba enseñándonos que la fe que crece como un grano o semilla de mostaza puede sanar a los enfermos, lanzar fuera demonios y ver las señales que han de seguir (Mr 16:17-20). 

Tenemos un comentario divino sobre cómo un grano de mostaza crece en Mateo 13:31, 32. Escuchemos las mismas palabras del Señor: “Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.

Sabemos que la semilla o grano de mostaza es diminuto, pero Jesús dijo que cuando nacía y crecíahasta llegar a ser una planta adulta, es la más grande de todas las hortalizas, llegando a ser un árbol lo suficientemente cómodo como para alojar a las aves.

Cuando entendemos que no es una fe pequeña sino una creciente la que efectúa cosas grandes, entonces, viene a ser un concepto diferente de fe. Una fe pequeña hará algunas cosas; una fe grande hará cosas más grandes. Sin embargo, la fe ideal, de la cual Jesús estaba enseñando, es la fe creciente. Es de “fe en fe” (Ro 1:17) que progresamos hacia la fe perfecta y completamente madura.

2. La Fe Que Mueve Montañas
En 1 Corintios 13:2, Pablo comenta sobre la fe que mueve montañas: “Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes…”.

Pablo reconoció que se necesitaría una fe completa, total, global, adulta o madura para mover montañas. Usted no mueve montañas con una fe del tamaño de una semilla, sino más bien con una fe creciente y completa. Se necesita una fe en su pleno desarrollo para mover una montaña. Pablo lo entendió y Jesús lo enseñó.

Durante este tiempo, los otros nueve apóstoles se quedaron esperando al pie de la montaña, y vino a ellos un hombre cuyo hijo era lunático. Esos espíritus del mal le hacían caer en el fuego, en el agua, etc.

Los nueve apóstoles trataron el exorcismo, pero no tuvieron éxito. El hombre fue a Jesús cuando descendió de la montaña y le dijo: “Y lo he traído [su hijo] a tus discípulos, pero no le han podido sanar” (Mt 17:16). ¡Qué denuncia (acusación)! ¡No le pudieron curar!

“Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora” (Mt 17:18, 19). 

Los discípulos en efecto dijeron: “Señor, le dimos al muchacho el tratamiento carismático completo: Lo sacudimos, dijimos en el Nombre de Jesús, e hicimos todas esas cosas y el demonio no salió de él. ¿Por qué?”.

La Versión de la Biblia en Español revisada por Valera dice: “Por vuestra poca fe...” (Mt 17:20). Sin embargo, esa palabra en la Versión del Rey Jacobo en inglés utiliza la palabra incredulidad, que en el griego original no es la correcta, sino la que usamos anteriormente “poca fe”, que es lo mismo que “fe sin desarrollar”.

Jesús no estaba hablando acerca de incredulidad (una fuerza negativa). Los discípulos no habrían tratado de echar fuera algún demonio si hubieran sido incrédulos.
La incredulidad es algo negativo que duda, mientras que el problema de los apóstoles era el de “poca fe”.

Ellos estaban tratando, pero no con la suficiente fe que se necesitaba para hacer aquel tipo de trabajo. Así que, los discípulos no eran incrédulos, sino que su problema era que todavía su fe no se había desarrollado hasta la dimensión o esfera necesaria para bregar con aquel problema. Tenían “fe como una semilla o grano de mostaza”, pero el problema afrontado era del tamaño de un árbol.

Jesús continuó enseñándoles que a pesar de que su fe estaba sin desarrollar, si le hubieran permitido crecer como un grano de mostaza, eventualmente habrían podido decirle “a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada será imposible” (Mt 17:20).

En otras palabras, nada será imposible para usted si tiene una fe creciente o que ha llegado al pleno desarrollo, una fe que ha evolucionado, y continúa creciendo.

Una fe creciente es un concepto de la Escritura. En los escritos de Pablo, él nos habla en la siguiente metáfora: él dice que somos transformados “de gloria en gloria” y “de fe en fe” (2 Co 3:18; Ro 1:17). La fe crece en una serie de pasos o temporadas.

3. Dios Otorga Fe
Pablo escribe en Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada… conforme a la medida [o semilla] de fe que Dios repartió a cada uno”.

La fe comienza con la medida del grano de fe que Dios reparte a cada uno de nosotros. El término “medida” viene del vocablo griego metron, que significa “una porción limitada”. Esta semilla (porción limitada o medida), es el don de Dios para cada creyente.

No hay cristiano que pueda decir: “No tengo fe”, ya que, la Escritura dice que Dios repartió a cada uno conforme a la medida de fe o semilla. Además, el respaldo de esta declaración se encuentra en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Si usted es un creyente nacido de nuevo, esa semilla, medida y don han sido conferidos a usted.

4. Dos Clases De Fe
Existen dos clases de fe. Necesitamos distinguir entre ellas.

a. El Don De Fe. Uno es el “Don de Fe” mencionado en 1 Corintios 12:9. Ese es el impartir soberanode un Don de Fe de parte de Dios a su persona.

b. Fe Desarrollada. La otra es la fe desarrollada. En este tipo de fe, si usted comienza con una fe de “5 céntimos” y crece hasta una de “75 céntimos”, entonces, puede tratar con cualquier situación que afronte hasta una fe de 75 céntimos.

Por otro lado, si su fe no ha crecido progresivamente, sino que sólo ha experimentado un don repentino o “impartir” de fe en una ocasión particular, el desarrollo de su fe podría todavía estar en el nivel de 5 céntimos.

Algunos cristianos todavía siguen recordando el gran momento singular de fe en el cual un poderoso milagro tomó lugar mediante ellos, quizás unos veinte años atrás; no obstante, su fe no ha crecido desde ese momento hasta el presente.

La fe soberana puede venir sobre usted en una situación dada, y un gran milagro será ejecutado. Pero cuando la situación haya pasado, para la cual usted necesitaba ese Don de Fe, la fe que le impulsó a operar tal milagro quizás ya no vuelva a residir en usted. La fe desarrollada es una que permanecerá con usted y obrará para usted en cualquier situación en la que se encuentre. Siempre y cuando el problema no exceda su nivel de fe en crecimiento, siempre será triunfador.

No obstante, así como sucedió con los discípulos, si usted se confronta con un problema mayor que su nivel de fe, puede que experimente la derrota.

B. LA FE CRECE POR OBEDIENCIA
Ahora debemos descubrir cómo la fe puede crecer en la vida del creyente. Vamos o crecemos de “fe en fe” y de “gloria en gloria”.

Un precepto bíblico que recordar, es el siguiente: Usted conocerá la gloria de Dios en su vida únicamente en proporción al desarrollo de la fe en su vida. La fe desarrollada producirá un aumento de la gloria de Dios, la cual, reposará sobre su vida y ministerio.

1. El Potencial En Una Semilla
El principio de una fe creciente puede ser ilustrado con la historia de la tumba del Rey Tutankamen.

El Rey Tutankamen fue un faraón egipcio famoso que fue enterrado cerca del año 1357 a.C. en una tumba de una pirámide extremadamente elaborada. Su tumba fue descubierta completamente intacta en 1922 por un arqueólogo inglés. En su interior, entre sus tesoros, se encontró miel, trigo y semillas.

Curioso por ver lo que había sucedido después de 3,279 años, el arqueólogo hizo que el trigo fuera sembrado en terreno fértil en las inmediaciones del Río Nilo. Allí recibiría la humedad y los nutrientes necesarios del suelo.

Dentro del período normal de madurez emergió una cosecha de trigo, una cosecha de una semilla de más de tres mil años de edad.

Aunque los granos permanecieron en estado latente por más de 3000 años, en su simiente había el potencial para producir y reproducir una notable cosecha. Todo lo que necesitaba era el ambiente apropiado en el cual crecer.

2. Tres Ingredientes Esenciales Para El Crecimiento
La ley natural del crecimiento nos enseña cosas espirituales. Un grano de trigo en el ambiente erróneo, jamás crecerá.

Sin embargo, si se coloca en las condiciones apropiadas, no sólo crecerá, sino que cada vez que su semilla vuelva a ser sembrada en cada cosecha sucesiva, reproducirá eventualmente miles de fanegas de trigo.

Ese mismo tremendo potencial está encerrado en la semilla de la fe que Dios ha entregado a cada hombre. Lo que hagamos con ella determinará si crece o permanece como una semilla.

A fin de crecer, la semilla tiene que recibir nutrientes (suelo fértil)agua luz solar. Estos son los tres elementos esenciales para el crecimiento natural y espiritual.

Metafóricamente, la semilla de la fe, a fin de que crezca, tiene que ser nutrida en el terreno de la Palabra de Dios [no de la letra, sino del Espíritu de revelación (Ef 1:17) sobre la Palabra] regada con el agua de la obediencia a la Palabra, y bañada por la claridad solar del amor de Dios que es derramado sobre nuestros corazones por el Espíritu Santo (Ro 5:5; Ga 5:6).

a. El Terreno: Escuchar La Palabra De Dios. Cuando hablamos de la Palabra de Dios como el terreno en el cual la semilla de la fe crece, no nos referimos únicamente a la Santa Biblia. Romanos 10:17 dice: “La fe viene por el oír... la palabra” [griego=rema] “de Dios”.

En los libros proféticos del Antiguo Testamento encontramos la expresión frecuente: La palabra de Jehová Dios vino sobre...”, el Profeta Jeremías, o sobre Ezequiel el sacerdote, o sobre Oseas, etc. Esto significa que la voz o palabra de Dios fue comunicada desde el Cielo a un hombre sobre la tierra, así como lo implica Romanos 10:17.

En Ezequiel 33:7, Dios dice: “A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, yoirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte”. Dios no le dio un versículo bíblico a Ezequiel; por el contrario, Él le impartió una revelación, una “palabra” que él debería declarar al pueblo.

De la misma manera, la palabra de Dios puede ser comunicada a su persona subjetivamente (en su espíritu, mente y pensamientos), de tal manera, que ésta le haga conocer que Él le ha hablado específicamente.

Él puede hacer tal cosa a través de las Escrituras por medio de hacer que algún versículo arda en su corazón o llegue a ser algo vital en su interior, lleno de significado, consuelo o dirección. O podría hacerlo, como aparece registrado en las escrituras, por comunicación directa, por visión, por sueño o por visitación angelical.

Dios puede hablarle por medio de una voz audible o por medio de una tierna voz o simplemente por medio de impartirle una seguridad interna. En cualquiera de estas formas Dios le puede comunicar y le comunicará Su Palabra.

Hemos establecido tres cosas:

  • • Dios ha dado una medida o semilla de fe a cada uno de nosotros.
  • • La fe viene (es aumentada) por el oír la Palabra de Dios.
  • • Dios nos puede comunicar Su Palabra.

¿Cómo podemos escuchar esa palabra y hacer que la semilla crezca en el terreno de la Palabra de Dios?

b. Regándola Con Agua: Obedeciendo La Palabra De Dios. Primero que nada, tenemos que entender lo que significa oír. Pablo dice en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.

Pablo nos está hablando acerca del acto pasivo de escuchar un sermón predicado de la Biblia. Él no está sugiriendo que vayamos a la iglesia cinco veces a la semana a fin de que la fe crezca. Lo que Pablo está diciendo es que la fe viene por el oír lo que Dios le dice.

Escuchar, en este caso, no significa audio percepción (escuchar los sonidos y palabras) únicamente. El concepto va mas allá, significando “escuchar y actuar sobre lo que ha sido oído”.

La fe viene, crece y es demostrada y expresada por medio del escuchar y luego poner lo que se escucha en acción. En el griego, esto significa literalmente: “La fe viene por el oír y el obedecer la palabra de Dios [actuar sobre] (Stg 1:22).

Cuando Dios habla, siempre hay un mandato imperativo en lo que dice; usted o actúa sobre tal orden, o la desobedece.

Por ejemplo, un padre puede decirle a uno de sus hijos: “Hijo, hay un saco de basura en la cocina. Haz el favor de tomarlo y echarlo al basurero”.

El niño continúa jugando con sus juguetes en lugar de obedecer. Cinco minutos mas tarde, sale corriendo para el patio a jugar, pero se olvidó de tomar el saco de basura que estaba en la cocina.

¿Escuchó él la orden de su padre? Él tuvo percepción del sonido o voz (sus oídos captaron el sonido de las palabras) de lo que se dijo. Pero en el sentido bíblico, no escuchó, pues no “actuó sobre” lo que oyó o no “obedeció” lo que se le ordenó.

1) La Desobediencia Impide El Crecimiento. A menudo actuamos de igual manera cuando Dios nos habla. Continuamos haciendo lo que nos mantenía ocupados y hacemos caso omiso de lo que Dios nos dijo. Luego, nos preguntamos el porqué no recibimos crecimiento en la fe. La fe no ha sido liberada y no puede crecer hasta que no se ponga en acción.

Cada vez que escucha y actúa, toma otro paso de fe. En el momento en que desobedezca la palabra de Dios para su vida, su crecimiento en fe se detendrá en ese nivel. Dios siempre le traerá de regreso nuevamente a tal nivel antes de que le lleve adelante en su desarrollo de la fe.

En otras palabras, Dios siempre le pedirá que retorne al lugar donde dejó su primer amor, a que lo recoja y comience a caminar desde ese punto hacia adelante. En efecto, Él le dice: “El que recibe mi Palabra y la guarda [el que actúa sobre ella], esa es la persona que me ama”. Por lo tanto, su fe no puede crecer mas allá de su obediencia ¡Esa es una ley inmutable de la fe!

Recuerde, usted va de gloria en gloria y de fe en fe. Así que, necesita comenzar donde está con lo que tiene, en el presente.

2) Comience Donde Está. Usted no echa fuera una legión de demonios hasta que primero no lance fuera uno. En otras palabras, usted no se extiende hacia afuera para hacer algo más allá de su nivel de fe, tratando de ir de una fe simple hasta una completamente madura, de un salto. Eso no trabaja de esa manera.

La fe crece por medio de una serie de pasos progresivos. El Apóstol Pablo tuvo que esperar 14 años, hasta que su fe creciera y, luego, salir en esa dimensión más elevada de fe y cumplir el llamamiento de Dios (Ga 2:1). El desarrollo de su fe tenía que ser del mismo tamaño o igual a los problemas y retos que afrontaría en su ministerio misionero.

A medida que su fe crece, su habilidad para confiar en Dios crece. Años atrás, mi esposa y yo comenzamos a vivir por fe, confiando en Dios para que nos supliera 8 dólares semanales para nuestras necesidades. Nuestra fe ha crecido con los años en pasos progresivos; hoy, en nuestra dedicación o consigna misionera a la institución de World MAP confiamos en Dios para que supla millones de dólares para el sostenimiento de un ministerio mundial. Comenzamos donde estábamos con lo que teníamos (menos de diez dólares), y confiamos en Dios. Luego, nuestra fe comenzó a crecer, a medida que actuamos sobre Su palabra hacia nosotros. 

3) No Imite A Otros. Una palabra de advertencia aquí es la siguiente: “Nunca trate de actuar sobre la Palabra de Dios, para imitar a otra persona”. Usted no puede imitar la fe de otra persona. Algunos han tratado de imitar grandes ministerios de sanidades con resultados desesperados y trágicos a veces. Otros creyentes han tratado de seguir los pasos de fe de otros, y han tropezado y caído a tierra.

No obstante, cuando la Palabra de Dios viene a su vida y usted actúa sobre ella, cosas suceden.

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