(Productores de Pruebas 8) CADA ACCION DE JESUS FUE CON UN PROPOSITO DIVINO


El vemos animismos como seres ordinarios en el capítulo anterior nos ha ayudado a comprender que muchos de los personajes de la Biblia que hemos admirado, fueron como nosotros.
  Estos hombres y mujeres tuvieron los mismos temores que nosotros. Tuvieron las mismas dudas. Pasaron por los mismos momentos críticos que pasamos nosotros en nuestro caminar con Dios, en nuestra relación con él.
  El factor básico, fuerte y determinante en el desarrollo de la capacidad espiritual de aquellos personajes no consistía en quienes eran o en lo que poseían. Dependía de lo que Dios podía hacer con ellos.
  Ahora, si los discípulos fueron como nosotros...  podemos hacer para llegar a ser como ellos? ¿Cómo podemos ser hombres y mujeres revestidos del poder y la autoridad de Dios para así hacer las obras de Dios?
  Fue necesario que Jesús instara fuertemente a los discípulos durante su ministerio aquí en la tierra para que éstos ejercitaran su fe. En ocasiones, los hechos de Jesús, o sus palabras pueden parecer sin importancia, pero no fue así. He aquí otra verdad clave que nos ayudará a alcanzar más poder. Todo lo que Jesús dijo, todo lo que Jesús hizo aquí en la tierra fue con un propósito. Por más insignificante o pequeño que parezca, ninguno de los actos de Jesús, ninguna de sus palabras fue superficial.
  Cada acción de Jesús fue con un propósito divino.
  El nunca fue a algún lugar sin tener un propósito. El nunca habló superficialmente para que sus oyentes se quedaran sin entender.
  En el tercer capítulo, titulado ¿SON LOS MILAGROS UN MINISTERIO CARNAL? hablamos del milagro en el cual Jesús alimento a una multitud. Jesús tomo la comida de un niño, la cual consistía de cinco panes y dos pececillos, oró, los bendijo, y esta comida se multiplicó para dar de comer a 5000 hombres aparte de las mujeres y los niños.
  Desde un principio, Jesús sabía lo que iba a hacer. El tenía pleno conocimiento y discernimiento. El sabía que en aquella multitud había un niño que traía su comida consigo. Jesús también sabía lo que él haría con esa comida.
  Sin embargo, Jesús le preguntó a Felipe que deberían hacer para comprar pan y darle de comer a la multitud.
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco.” (Juan 6:5-7)
  Jesús permitió que los discípulos buscaran una solución por medio de recursos naturales, pero fue escaso el hallazgo.
  Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
“Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?” (Juan 6:8-9)
  Jesús hizo una pregunta, y permitió a los discípulos que buscaran la solución para así concientizar a los discípulos de la magnitud de este problema y asimismo la magnitud del milagro posteriormente. También recalcó así esta verdad clave:
  No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.
  En el siguiente capítulo escudriñaremos esto con más profundidad.
EL MILAGRO DE LA HIGUERA
  En el capítulo 11 del evangelio según San Marcos, encontramos un incidente que a simple vista parece no relacionarse con nuestro tema. Sin embargo, contiene el núcleo de la ver dad que buscamos.
  Esta fue la ocasión en que Jesús vio una higuera, y no hallando en ella fruto, la maldijo. No fue sino hasta el siguiente día que los discípulos comprendieron la enseñanza. Al pasar nuevamente por ese camino, vieron que la higuera se había secado.
“Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.” (Marcos 11:13-14, 20-22)
 Jesús conocía las estaciones del año. El sabía que no era tiempo de higos.
 ¿Por qué se acerco Jesús a la higuera a buscar higos si no era tiempo de higos? Y, ¿por qué fue guiado Marcos por el Espíritu Santo para registrar este incidente? ¿Fue esta acción planeada? ¿Acaso debía servir esto para obrar un milagro? ¿Cuál era el propósito de todo esto?
  Cada acción de Jesús fue con un propósito divino.
  Jesús maldijo la higuera y al siguiente día los discípulos vieron que la higuera se había secado.
  Jesús tomó esta oportunidad para revelar su propósito eterno y divino. Debemos recordar que Jesús siempre habló, actuó, y enseño teniendo en mente la eternidad.
  El dijo a sus discípulos, “Tened fe en Dios. Si tenéis fe no sólo podréis decir a este árbol sécate, sino que todo lo que hablareis se cumplirá.”
TENED LA FE DE DIOS
  La traducción literal de esta frase dicha por Jesús, “Tened fe en Dios” es “Tened la fe de Dios.”
  Hay una grande diferencia entre “Tened fe en Dios” y “Tened la fe de Dios.” Una es un acto que se lleva a cabo por la voluntad propia del hombre, la otra es la obra de Dios en nuestras vidas — no la obra del hombre, sino ¡La experiencia del poder de Dios! Hay una grande diferencia.
  Hay una grande diferencia entre la fe y la conjetura.
  En efecto, hay una grande diferencia entre tener fe y creer. He escuchado a ministros decir que uno ejercita fe al encender la luz. Otros dicen que se ejercita la fe al sentarse; debe tener fe en que la silla lo va a sostener.
 El tomar ejemplos tan camales y naturales como estos y presentarlos como ejemplos de fe es rebajar grandemente este poder llamado “fe”. Y como resultado trae mucha confusión al Cuerpo de Cristo.
  En uno de los capítulos anteriores, hablamos de una gran verdad, y es ésta: ¡El hombre no se salva por su propia fe!
  Cuando Dios nos creó, dice la Biblia, nos creó a su imagen. Nosotros sabemos que la imagen de Dios no se encuentra en nuestras características físicas, la imagen de Dios esta en nuestro espíritu. La imagen de Dios que esta dentro de usted y de mi, nos capacita para ser “pequeños diosecillos”. El nos dio habilidades a cada uno de nosotros.
  Ser a imagen de alguien significa ser como esa persona.
  Para mi es hermoso ver como va creciendo mi nietecito.
  Alguien me dijo cierta vez, “vi a su nietecito y es la misma cara del abuelo.”
  Esto, por supuesto, me hizo sentirme muy feliz.
LA IMAGEN DE DIOS EN NOSOTROS
  La imagen de Dios en nosotros, la imagen de Dios en la humanidad, la cual Dios deposito en Adán fue la habilidad de ejercitar libre albedrío. Dios se la dio a Adán. No hizo un títere. Le dio voluntad propia.
  Dios le dio a Adán la habilidad de actuar, moverse y pensar independientemente de Dios. Lo único que     Dios le pidió a Adán fue que la obedeciera y oyera su voz.
  Dios creó al hombre con cinco sentidos naturales... gusto, tacto, vista, oído, y olfato. Cada uno de nosotros fuimos creados con estos cinco sentidos.
  Sin embargo, la característica de la fe no fue creada en la naturaleza humana del hombre. ¿Por qué? Porque la fe es una fuerza sobrenatural, no natural.
  Por medio de nuestras fuerzas naturales o sea por la voluntad, poseemos la habilidad de creer. Pero hay una gran diferencia entre usar nuestra voluntad para creer, y usar la fuerza sobrenatural de la fe. Lea 1 Corintios 2:14
  Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, por que para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
  Yo no estoy de acuerdo con los predicadores que dicen que a cada persona se le ha dado cierta medida de fe. Ellos se basan en Romanos 12:3 lo cual dice:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piensa de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
  Pero debemos leer tanto los versículos anteriores como los que siguen a este versículo. Romanos 12:2 dice:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
  Los dos versículos siguientes, Romanos 12:4-5, dicen lo siguiente:
“Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos
los miembros tienen la misma función, así nosotros siendo muchos, somos un cuerpo
en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.”
  Por lo tanto, es obvió que el versículo tres hace referencia a los creyentes... no a los no creyentes. Yo no creo que cada borracho, alcohólico, prostituta, cada persona... mentirosa, ratera, maldiciente que camina sobre la faz de la tierra....posee este don sobrenatural de Dios en su ser. El hombre no nace con fe, con esta fuerza sobrenatural de vida de Dios, sólo nace con una voluntad propia. Cuando la Biblia dice que a todos les ha sido dada una medida de fe, ¿a quién se refiere? Se refiere aquellos que “han presentado su cuerpo en sacrificio vivo, Santo, agradable a Dios.” Se refiere a los creyentes, no a los incrédulos. ¿Por qué? Porque la fe es un don que Dios da a los que se rinden a El, y le permiten ser el Señor de sus vidas. Lo que realmente posee el no creyente...Y como se puede obtener fe... La Fe de Dios de la cual habló Jesús....lo examinaremos detalladamente en el siguiente capítulo y así aprenderemos una de las más grandes lecciones en el mundo:   Como obtener fe sin luchar.


Entradas populares