(Productores de Pruebas 7) ELLOS FUERON COMO NOSOTROS


  Todo mundo no puede ser un Abraham o un Moisés. Ni tampoco un David. De hecho usted no puede ser ninguna otra persona, sino usted mismo. ..Pero si puede ser un vaso lleno del Espíritu Santo, transformado, y poderoso, no importa quien sea usted. Seguido escuchamos frases como “los días de los apóstoles” o “el poder de la iglesia primitiva.”
 En ningún lugar de las Escrituras encontramos que Dios haya dado a la iglesia primitiva o a sus apóstoles una doble porción de su espíritu sólo para empezar bien.
 Ni tampoco dicen las Escrituras que Dios espero hasta encontrar un grupo de hombres y mujeres dignos, distintos a todos los demás, para empezar a edificar su iglesia.
  Los discípulos de Jesús fueron hombres y mujeres ordinarias, propensas a ser tentados y a fracasar, pero aun así Dios los escogió y los utilizó.
 No podemos encontrar un sólo discípulo, un s de Jesucristo, un líder religioso de esos tiempos que creyera en la resurrección de Jesucristo. No encontramos uno sólo. Ni uno solo.
  Hemos oído hablar mucho de un hombre, “Tomás el incrédulo,” pero no hemos comprendido del todo esta situación.
  También hubo un “Pedro incrédulo”, hubo un “Juan incrédulo” y un “Felipe incrédulo” y “una María que dudaba”, etc.
  Ni un sólo discípulo, ni un sólo seguidor de Jesús que camino cerca de El, ni una de las mujeres que le seguían, ni uno creyó en la resurrección. ¡Ni uno sólo!
    Veamos el capítulo 16 del Evangelio según San Marcos:
“Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de Jacobo,
y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle.”
(Marcos 16:1)
  Ahora nos preguntamos:
  ¿Por qué fueron María Magdalena, María, la madre de Jacobo, y Salomé a la tumba de Jesucristo? ¿Cuál era el propósito de su visita?
  Fueron con el propósito de ungir un cuerpo muerto.
  Esperaba ver el cuerpo envuelto de Jesús en aquella tumba. No creían que él hubiera resucitado. En camina hacia allá, discutían entre si, quien quitaría la piedra que estaba a la entrada del sepulcro para así entrar y ungir el cuerpo que es taba allí.
  Sin embargo, al llegar al sepulcro, para sorpresa suya, encontraron que la piedra ya había sido removida.     Un ser angelical con ropas blancas, largas, estaba sentado sobre la piedra.
  La Biblia dice que las mujeres se asustaron, pero el ángel les habló y les dijo:
“...No os asustéis; buscáis a Jesús Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.”
(Marcos 16:6-7)
  El ángel les recordó a las mujeres que Jesús mismo les había dicho que resucitaría, y que los discípulos deberían irse a Galilea y allí esperarlo.
  Si estos discípulos eran tan poderosos creyentes, ¿Por qué fueron al sepulcro, a ungir un cuerpo muerto que ya no debía de estar allí?
EL SEPULCRO NO PUDO DETENERLO
  El ángel les dijo: “Ve dile a sus discípulos y a Pedro, que el hombre que ellos vieron sobre la cruz, y a quien ustedes vinieron a ungir aquí en el sepulcro, ya no esta en el sepulcro. El vive.”
  “El sepulcro no pudo detenerlo. La muerte no pudo detenerlo. Las ataduras del infierno han sido rotas. ¡El vive! ¡El vive! ¡El vive! ¡Id y decidlo!”
  ¡Que acontecimiento más maravilloso! ¡Que noticia más asombrosa y maravillosa!
  ¿Qué cree usted que hicieron estas mujeres? He aquí lo que hicieron:

“Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto;
ni decían nada a nadie, porque tenían miedo.”
(Marcos 16:8)
  Recuerde, para estas mujeres Jesús no era un desconocido. Eran ellas quienes habían lavado los pies de Jesús con lágrimas, le habían ungido con aceite, se habían sentado a sus pies, y habían caminado a su lado.
  El ángel les dio un mensaje asombroso que propagar. El les dijo, “Jesús no esta aquí. Ha resucitado. Vayan y díganlo a sus discípulos. Propaguen este mensaje.”
  Pero la Biblia dice que tenían tanto miedo que no se lo dijeron a nadie.
  Después, María Magdalena vio a Jesús con sus propios ojos, y comunicó el mensaje, pero nadie le creyó.
“Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Yendo ella, lo hizo saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella,
 no lo creyeron.”(Marcos 16:9-11)
  Estamos hablando de personas que caminaron con Jesús durante su vida. Ellos le habían visto abrir los ojos de los ciegos, destapar oídos sordos, limpiar a los leprosos, alimentar a las multitudes, resucitar a los muertos, calmar los vientos y la mar.
  María fue a los seguidores de Jesús, aquellos quienes le habían seguido de cerca, habían llorado su muerte y les dijo:
  “He visto al Señor. Esta vivo. Se me apareció. No digo esto sólo por lo que nos dijo el ángel. Yo lo vi. con mis propios ojos. ¡El vive!”
  Ellos le dijeron, “María, sabemos que amabas mucho al Maestro y deseas verlo. Primero creíste ver un ángel. Ahora estas teniendo alucinaciones y crees ver a Jesús.” Pero...
“Ellos, cuando oyeron que vivía, y que  había sido visto por ella, no lo creyeron.”
(Marcos 16:11)
  En otra ocasión, Jesús se apareció a dos discípulos que caminaban en el campo. Veamos lo que sucedió.
 “Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.” (Marcos 16:11)
En otra ocasión, Jesús se apareció a dos discípulos que caminaban en el campo. Veamos lo que sucedió.
“Pero después, apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo
al campo. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros; y ni aun a ellos creyeron.”
(Marcos 16:12-13)
TODOS LOS DISCIPULOS OYERON
  Después de aparecerse a estos dos discípulos, Jesús se apareció a todos los demás.
  Podemos suponer, sin temor a equivocamos, que para esta hora no había un sólo discípulo, un sólo seguidor de Jesús, un amigo íntimo, que no hubiera oído que Jesús estaba vivo, que ya no estaba en el sepulcro, que había sido visto por sus discípulos, y que su resurrección había sido anunciada por ángeles.
  ¡Sin embargo no hubo una sola persona qué creyó!
  Entonces sucedió algo sobresaliente.
  La Biblia dice que Jesucristo entro al lugar donde estaban los discípulos cenando.
“Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.”
(Marcos 16:14)
  Aquí Jesús se revelo a los 11 a un mismo tiempo. Cuando Jesús entro, ¿qué fue lo primero que hizo?
  Les reprendió. Les reprochó su incredulidad.
  El no reprendió a Tomás, Jesús reprendió a todos por su dureza de corazón, la Biblia dice, “no habían creído a los que le habían visto resucitado.” (Marcos 16:14)
  ¿Qué podemos notar aquí? ¿Quién se encontraba en ese lugar recibiendo la reprensión?
  Vemos a un grupo de hombres y mujeres, temerosos, sin carácter, que dormían mientras Jesús oraba, que se escondieron mientras el moría, que no creyeron en la resurrección aun cuando Jesús mismo les había dicho que resucitaría, y su resurrección había sido anunciado por el ángel, y después Cristo mismo se apareció. Estos hombres no parecen ser candidatos destinados a ser ordenados por alguna iglesia u organización.
Luego sucedió algo maravilloso.
Jesús hizo lo que sólo Dios puede hacer, algo que ningún  superintendente haría.
Después de reprender a los discípulos, el no se demoró. No se detuvo demasiado en la reprensión. Se dirigió a estos mismos discípulos y les ordenó:
Id por todo el mundo y predicad el evangelio.
  “No, Jesús, estas cometiendo un gran error. ¿No recuerdas que esta gente no tiene fe? ¿Qué no sabes que esta gente es dura de corazón? ¿Qué no sabes que estos te negaron cuando estabas crucificado? ¿Qué no sabes que estos ni siquiera se pararon a tu lado para apoyarte cuando estabas siendo juzgado?”
  “No, Señor, a esta gente no. Ve busca a otros. Busca a alguien más. Esta gente no. Son débiles, faltos de carácter.”
  “Han estado contigo tres años y no están en condiciones diferentes de como se encontraban cuando los llamaste. No valen nada.”
  ¿Cómo puedes enviarlos a todo el mundo a predicar el evangelio y a propagar tu resurrección? ¿Como puedes hacer esto?
  La razón por la cual Jesús comisionó a estos hombres y mujeres con esta gran tarea, a pesar de sus fracasos y debilidades humanas fue que cuando El los veía, no veía lo que eran, sino lo que él podía hacer con ellos.
  Dios no mira el comportamiento pasado, los fracasos, dudas e incredulidad. ..el mira lo que el puede hacer con usted.
 No importa lo que somos, o lo que poseamos, sino lo que Dios puede hacer con nosotros.
EN NUESTRAS MANOS
  En nuestras manos... en manos de usted.. .se encuentra el futuro del trabajo de Dios.
  El ministerio de hacer las obras de Dios no es sólo trabajo de un predicador profesional que bautiza, casa jóvenes, y en tierra muertos.
  Mucha gente se siente excluida cuando hablamos de un ministerio.
  Dicen, “Yo no soy un ministro” “no soy un predicador,” “soy una simple ama de casa” o “simplemente soy un laico”.
  Una de las más grandes necesidades que tenemos hoy en día es el comprender lo que la palabra ministro realmente significa y abarca.
  Todos nosotros... si, usted, doctor, licenciado, dependiente, viuda.. .Todo el que invoca el Nombre de Jesús es un ministro.
“Y (Jesús) nos hizo reyes y sacerdotes para Dios...” (Apocalipsis 1:6)
  Todos somos sus ministros. Todos hemos sido ordenados para llevar el evangelio a toda criatura.
  Es tiempo que realicemos que el ministerio de nuestro Señor se encuentra dentro de lo que nosotros llamamos el Cuerpo de Cristo.
“Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros.” (Efesios 4:11)
  El envió apóstoles. Envió profetas. Estableció evangelistas. Constituyó pastores. Constituyó maestros.   ¿Dónde? Dentro del Cuerpo de Cristo.
  El evangelio del reino debe ser predicado a todo el mundo como señal y testimonio de que vendrá el fin...Y es a nosotros a quien ha sido encomendada esta tarea... Hombres y mujeres ordinarios a quienes Dios desea revestir, saturar, y fortalecer con Su poder.
  No importa quien seamos, o cuales sean nuestros antecedentes, nuestra vida será revolucionada como fue la del apóstol Pedro.
  Cuando Pedro se encontró frente al cojo que se sentaba a la puerta del templo, Pedro era un Pedro diferente al que había negado a Cristo, al que había huido. El no era el mismo hombre. Ya no era un hombre de débil fe. Ya no tenía dudas. No tenía más preguntas.
  Algo le había sucedido.
  El mismo hombre que había dicho: “no lo creo”... el que durmió...el que dijo “no lo conozco”...ahora se dirigía a un cojo de nacimiento y le decía:
“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy;
en el nombre de Jesucristo de Nazaret levántate y anda.”
(Hechos 3:6)
UNA DEMOSTRACION DE PODER
   La iglesia no nació por medio de grandes predicaciones. Nació en una demostración de poder apostólico que se manifestó en las vidas y ministerios de hombres y mujeres quienes eran tan humanos como usted y como yo. Pero ellos se olvidaron de sus propias debilidades y pusieron sus ojos en la Gracia de Dios y en Su Palabra.
  Todos los discípulos fueron como nosotros.
  Cada uno de nosotros ha experimentado la fuerza negativa de la duda, del temor, debilidad espiritual, y emociones carnales y fracasos.
  Cuando tomamos la Biblia y la leemos, olvidamos que los grandes héroes quienes conquistaron reinos, taparon bocas de leones, se hicieron fuertes en batalla, evitaron filo de espada, apagaron fuegos impetuosos (Hechos 11)...Olvidamos que fueron como nosotros.
  Ellos tuvieron los mismos fracasos.
  Tuvieron los mismos defectos.
  Tuvieron las mismas debilidades.
  Tuvieron las mismas dudas.
  Tuvieron los mismos problemas, las mismas batallas, y las mismas tentaciones que usted y yo.
  Debemos darle gradas a Dios el hecho de que cuando él mira al hombre, no ve lo que es... sino en lo que puede transformar al hombre.
  Cuando Dios me encontró en aquel Orfanato Judío Ortodoxo y empezó a tratar conmigo, yo era un jovencito de 14 años y medio de edad.
  A través de los años, he pensado, Señor, ¿qué viste en Morris Cerullo?
Dios llegó hasta ese orfanatorio y tomó a un huerfanito judío... pero no por lo que éste poseía. Dios vio que él era poderoso para hacer algo en este jovencito.
  Dios no miro las características que poseía Morris. Cuando Dios vio a este jovencito y envió a dos ángeles del cielo para que me sacaran de ese orfanatorio yo tenía 14 años y medio de edad, Dios estaban dependiendo de lo que El podía hacer conmigo.
  Después de su resurrección, Jesús se apareció a los once mientras estos cenaban. El no estaba mirando los fracasos de ellos. Él no miraba el hecho de que éstos le negaron cuando él estaba siendo juzgado, o que se escondieron cuando él moría sobre la cruz, o que no creyeron al mensaje de la resurrección cuando éste les fue dado.
  Señor, permítenos sentir el palpitar del corazón mismo de Jesús cuando él entro al lugar donde se encontraban reunidos los once.
 Después de reprenderlos por sus fracasos, por su dureza de corazón y su incredulidad, se dirige a ellos. A este grupo de discípulos incrédulos, temerosos. Les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
  Jesús ignoro completamente lo que estos hombres eran y sólo miro lo que Él podía hacer con ellos.
  Hoy en día, el Espíritu Santo nos dice: “No importa lo que tu eres, sino lo que puedes llegar a ser en las manos de Dios.”
  Los discípulos eran humanos, sin embargo, Dios les dio una tarea...y la cumplieron.... “ayudándoles el Señor.”
  Nosotros somos humanos. Estamos expuestos a muchas debilidades y tentaciones.
  A pesar de esto, a pesar de los fracasos pasados, Dios es un Dios de gracia y de milagros y puede usamos.
  Podemos hacer las obras de Dios al obrar él en nosotros “confirmando la palabra con señales” en nuestras vidas. La obra es de El... no nuestra.
  El no ve lo que pueda usted poseer.
  Dios ve lo que él puede hacer con usted.
  El no depende del nivel de fe que usted tenga. Ni de la espiritualidad que posea. El no depende de lo que usted sea.
 El sólo depende de lo que él puede hacer con usted si usted esta dispuesto a rendir su ser entero en manos de El — todo lo que usted es...tal y como es usted. Entonces saldrá usted bajo el poder de Dios a cumplir esta tarea:
“...Id por todo el mundo y predicad el evangelio...
Y estas señales seguirán a los que creen...”
(Marcos 16:15,1 7)
  Los apóstoles fueron hombres común y corriente que se levantaron con gran poder, lo cual nos enseña que en Dios tenemos el mismo potencial porque...

  ... Ellos fueron como nosotros.

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