Oreciones Que Producen El Avivamiento


    Necesitamos un avivamiento de oración intercesoria entre los propios hijos de Dios. No oramos lo suficiente. Además de intensificar la oración secreta, los cristianos debieran juntarse en grupos pequeños en los hogares para pedir a Dios un avivamiento en su país y en los demás países del mundo.
    La necesidad más urgente del momento es que pidamos a Dios que les dé más poder en la oración a los que puedan tomar a pecho la evangelización de cada alma no alcanzada. Y debe ser la oración que es fuerte, triunfante, crédula, que mueve a Dios y derrota al diablo, que salva al pecador y santifica al cristiano, que exalta a Cristo, la que produce obreros y suple el dinero para los gastos.
    Necesitamos la oración que toma todo lo que somos y lo que tenemos para ofrecerlo a Dios, ¡aun como Jesucristo tuvo que ofrecer todo en el Calvario para darnos el derecho de orar!
    Pero, ¿dónde en todo el mundo vamos a conseguir una oración así? La que ofreció Daniel, hizo temblar al imperio babilonio entero, y ¡culminó dando al Todopoderoso su preeminencia verdadera!
    ¿Dónde vamos a conseguir la clase de oración que ofreció Nehemías, la que influenció a los líderes para seguirle con hombres, dinero y materiales y ayudarle a reconstruir las murallas de la arruinada ciudad de Jerusalén?
    Fue Dios mismo el que inspiró la oración de Nehemías, la oración que hizo de Jerusalén una ciudad nueva. Él hizo arrodillarse a su siervo, cargándole con una gran inquietud tocante a la destrucción de Jerusalén. Parece ser que ésta es la manera en que Dios obra.
    ¿Y dará Dios esta clase de oración hoy día? ¡Sí! Por medio del Espíritu Santo, Dios puede darnos oraciones huracanadas, ¡que muevan las cosas cuando nada más las puede mover!
    Debemos orar las oraciones de Dios —¡oraciones con consecuencias extraordinarias! Las oraciones que brotan de nosotros mismos, son inútiles y no producen resultados. El diablo no teme lo que el hombre hace, ni siquiera sus oraciones.
    Comienza a alarmarse sólo cuando alguien empieza a ofrecer ante Dios la oración inspirada del Espíritu, la que es nacida precisamente en el corazón de Dios mismo.
    Lo que produce el avivamiento, es la oración que está llena de la sangre y la pasión del Hijo de Dios, colmada del poder y de la persistencia del Espíritu Santo, impregnada con un sentido de carga de la inquietud de la iglesia y de la espantosa necesidad del mundo.
    ¡Dios nos libre de tratar de producir el avivamiento por nuestros propios esfuerzos! No se puede hacer. Supliquemos a Dios ahora por esta clase de oración, la que viene directamente del corazón de Dios, para poner en orden cada confusión y satisfacer cada necesidad.
    Cuando ofrecemos la oración de Él, a medida que el Espíritu Santo la pone en el nuestro, no habrá tal cosa como una oración no contestada. Cada plegaria será todopoderosa como lo es Dios, porque su naturaleza estará en ella.
    Las dificultades que ahora enfrentamos, se desvanecerán, y ¡no hablaremos como si Dios estuviera en quiebra!
    Entonces, se verá Dios en nuestra vida. Su poder fluirá por medio de nosotros en raudales de bendición hacia otros. Los milagros ocurrirán en cada esfera donde radiquemos. Cada necesidad será cubierta, ¡y el diablo será derrotado!
    Que esta llama celestial se encienda de nuevo en el corazón de los regenerados por todas partes del mundo. Amén.

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