(Productores de Pruebas 6) DIOS NO DEPENDE DE LO QUE SOMOS...SINO DE LO QUE PUEDE HACER DE NOSOTROS


     Uno de los más grandes milagros de Dios es la forma en que toma a hombres y mujeres débiles, de doble animo, fracasados, y los transforma en fuentes de dinámicos ministerios
El puede hacerlo.
  Lo hizo con Pedro, Lo hizo con Santiago y con Juan, Lo hizo con todos los apóstoles. El puede hacerlo con usted y conmigo.
  El puede hacerlo.
  Pedro era un hombre común y comente, un pescador sin estudios, lleno de faltas y de fracasos. El era fluctuante, in estable, voluntarioso, e inconstante. Sin embargo, cuando Pedro tomó el poder de Dios, y el poder de Dios lo tomó a él, recibió tal poder espiritual que como resultado llevó a miles de personas al  Reino de Dios. Algunas veces estamos bajó la impresión de que sólo unos pocos apóstoles fueron escogidos para ejercer brillantes ministerios de milagros. Esto no es verdad. Olvidamos el hecho de que había 120 discípulos en el Aposento Alto el día del Pentecostés, no 11. Dios quiere discípulos hoy en día que tomen este mundo y lo volteen de cabeza en esta generación. Ese es el propósito y el deseo de este mensaje Productores de Pruebas... enseñar a los discípulos como obtener en sus ministerios hoy en día, el mismo poder que tenían los apóstoles.
Dios no cambia.
  Las denominaciones cambian, la gente cambia, las estructuras cambian... pero Dios no cambia. El nunca cambia.
“Porque yo Jehová, no cambio...”  (Malaquías 3:6)
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.”
(Santiago 1:17)
  Lo que Dios hizo en Pedro, lo que hizo en Pablo, lo que hizo en Andrés y Tomás y Mateo, ¡Puede hacerlo en usted!
  Dos mil años atrás, la iglesia primitiva casi conquisto para Jesucristo el mundo entonces conocido. Un solo hombre, Pablo, ministraba con tal poder y con tan grande demostración del Espíritu de Dios, que él tomo a toda Asia pata Jesucristo.
  Hoy en día hay cientos de iglesias en cada una de nuestras ciudades... Los Ángeles, Miniápolis, Nueva York, Chicago, cada ciudad de Norte América... y ni siquiera podemos tomar una sola ciudad para Dios, ni siquiera un pueblecito.
  Si lo que vemos en nuestras iglesias es todo lo que Dios tiene para nosotros, el mundo esta en una triste condición. Esta destinado al infierno.
  No hemos visto ni el principio de lo que Dios desea, lo que espera, y de lo que dará a la iglesia, y la forma en que se manifestará en las vidas de sus verdaderos discípulo antes de
  Esta experiencia es aplicable a todo aquel que desea hacer las obras de Dios. Claramente muestra el material que Dios necesita para formar Productores de Pruebas que hagan Su obra en esta generación.
  Años atrás Morris Cerullo se encontraba en las Antillas para una serle de cruzadas. En Trinidad 50,000 personas asistieron, en Barbados 75,000. En una sola noche 50,000 almas recibieron a Jesucristo como su Señor y Salvador. Todos se encontraban de pie, bajo una lluvia torrencial. A dondequiera que íbamos había grandes multitudes.
  En Granada, una pequeña isla con 60,000 habitantes, asistieron 35,000 personas a nuestras reuniones en el Parque de la Reina.
  El poder de Dios se manifestó en cada reunión. Sin embargo, cierto día antes del culto, oraba y derramaba su corazón ante el Señor.y Le dijo, “Señor, me siento desalentado.” El lo cuenta asi:
 " Es difícil comprender al ser humano. ¿Cómo podía yo sen- firme desalentado al mismo tiempo que las Antillas se estremecían bajo el poder de Dios? En unas pocas horas estaría encaminándome al Parque de la Reina y ministraría a 35,000 personas... sin embargo me encontraba aquí, ante el Señor, contándole mis fracasos y mis defectos... quejándome.
  Le dije, “Señor, yo no se porque me usas.”
  ¿Alguna vez ha dicho usted esto?
  “Señor, soy inútil.”
  ¿Alguna vez ha dicho usted esto?
  “Señor, soy menos que el polvo que esta sobre el piso de este cuarto, ¿Por qué me usas?”
  ¿Alguna vez le ha dicho usted esto a Dios? ¿Alguna vez ha pensado usted esto?
  Dios me habló, no audiblemente, sino que El habló a mi espíritu, a mi ser. Me preguntó, “¿Por qué te sientes desalentado?”

Tome mi Biblia en mis manos, siempre que oro la tengo a un lado mío. Le dije, “Señor, si yo pudiera ser como alguno de los grandes hombres de la Biblia. Yo sería tan feliz y no me desanimaría si sólo pudiera ser como uno de esos hombres.” Yo creía que hablaba sinceramente.
  ¿Alguna vez ha contemplado usted a los hombres de la Biblia y pensado, Señor, si sólo pudiera ser como Pedro, o Pablo, o Elías?
  Yo silo he hecho, y en esa ocasión Dios me mostró una gran verdad acerca de su gracia y su misericordia.
  Le dije, “Señor, si sólo pudiera ser como uno de esos hombres de la Biblia.”
  El Señor me contestó, “Bueno, esta bien. Monis, ¿cómo quien deseas ser?”
¡SI YO PUDIERA SER COMO MOISES!
  Esto me sorprendió, nunca pensé que Dios me diría eso. Pensé sólo un momento y luego le dijo, “Bueno, permíteme ser como Moisés.”
  Dios dijo, “¿Por qué deseas ser confió Moisés? Le conteste, “Bueno Señor, mira la vida de Moisés, mira que humilde y manso fue. Ahora mírame a mí. No soy tan humilde como debería de ser.”
  ¿Alguna vez le ha dicho usted esto a Dios?...No soy lo bastante humilde.
  Ni nombre, Morris, traducido al hebreo significa Moisha, lo cual significa Moisés.
  Pensé, “Señor deseo ser como Moisés. Moisés era humilde. También era manso. El te conocía personalmente. El se trataba de tu a tu con Jehová. ¡Deseo... ser como Moisés!”
  El Espíritu de Dios me dijo: “Permíteme hacerte una pregunta.”
  “Si yo me apareciera ante ti de una forma visible, si vieras el dedo de Dios, su gloria, sus espaldas, si oyeras audiblemente mi voz que te decía, ve y haz esto y aquello, ¿me desobedecerías?”
Conteste, “Señor, si yo viera tu dedo, tu gloria, tus espaldas, y oyera tu voz, no creo que podría desobedecerte.”
  Dios dijo, “Moisés lo hizo. Moisés perdió el privilegio de entrar a la Tierra Prometida porque yo no podía permitir que el pecado y la desobediencia entraran a la Tierra Prometida”
  Después de una pequeña pausa Dios me preguntó, “Ahora, ¿cómo quien deseas ser?”
  “Señor,” le dije, “deseo ser como Abraham.”
  Dios me preguntó,” “¿porqué deseas ser como Abraham?”
  Le conteste, “Porque no tengo la fe que debería de tener. Abraham fue el padre de la fe. El viajó, siguiéndote por fe y le fue contado por justicia.”
  “Mírame, Señor, no tengo suficiente fe. No tengo la fe que debería tener.”
  ¿Cuántos han dicho esto? “Señor, no tengo suficiente fe.” Muchos han confesado sus debilidades ante Dios, Nos hemos enfrentado a muchos problemas. Hemos deseado poner las manos sobre los enfermos, sobre los afligidos, y tocarles, pero tuvimos miedo... no tuvimos la fe de pronunciar esa palabra de sanidad. Sentimos que no teníamos la fe que deberíamos tener.
  Yo le estaba diciendo a Dios, “Dios, mírame, Ni siquiera puedo creerte. Mira lo débil que es mi fe.
  Señor, ¡Si sólo pudiera yo ser como Abraham!
  Dios me preguntó, “¿amas a tu esposa?”
  “¿esposa? ¡Claro que la amo! Pero... ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro?”
  Dios me contesto, “Permíteme hacerte una pregunta. Supongamos que alguien tocara la puerta y al abrirla te encontraras cara a cara con dos o tres hombres y éstos te dijeran:
  -Tenemos entendido que Teresa, tu esposa, es una mujer muy bella. Hemos venido por ella Entréganos a tu esposa. ¿Qué harías?”
  Le conteste, “Señor, tu sabes lo que haría. Se la llevarían sólo sobre mi cadáver. ¡Tendrían que matarme primero!”
  Dios me dijo, “Seguro que si Morris. Yo te conozco. Tendría que suceder así exactamente.”
ABRAHAM TUVO TEMOR POR SU VIDA
  “Pero Abraham hizo todo lo contrario. El le entrego su es posa a otro hombre por temor de su propia vida.   Abraham viajaba por un país extraño y tenía miedo de lo que pudiera sucederle, así que hizo pasar a su esposa por hermana suya. Entregó a su esposa en las manos del gobernante de aquel país para así escapar con vida.” (Génesis 20:2)
  “Si yo no hubiera detenido a ese gobernante de cometer adulterio con la mujer de Abraham, yo hubiera tenido que matado y castigar al país entero.”
  Hubo una pausa larga mientras permanecí allí, en el piso, con mi Biblia.
  Entonces Dios me dijo, “Bueno Morris, ¿cómo quien deseas ser ahora?”
  Cada uno de estos hombres fueron grandes hombres de Dios y poseían maravillosas cualidades que deberíamos imitar, pero Dios estaba tratando de enseñarme algo.
  Le dije, “Señor se paciente conmigo. Yo te amo, dame otra oportunidad más. Permíteme ser como David.”
 Dios me preguntó, “¿Porqué David?”
  Le conteste, “Porque David te amaba y anhelaba estar contigo y su corazón te expresaba sus más íntimos deseos. El te adoraba y te alababa de una manera como pocos lo han hecho. Si yo tuviera un corazón como el de David te amaría más que ninguna otra cosa en el mundo. Permíteme ser como David.”
  “Señor, mírame. No oro como debería orar. No te busco como debería buscarte. Señor, mi corazón no es como era el de David. No te busco y te deseo como debería. Mira como David anhelaba por ti. Mira su hambre, su deseo, y como te buscaba. Señor, yo no tengo esa clase de amor por ti.”
  Todos los ministros que conozco, en alguna ocasión han pasado por esta situación. Se han parado detrás de un púlpito sintiéndose que no estaban preparados. Se han allegado ante el Señor y le han dicho desde el fondo de su corazón, “OH Señor, perdóname, no pasé suficiente tiempo contigo. No te he buscado lo suficiente. Hay algo dentro de mí que hace falta. Yo debería de estar llorando y hablando contigo.”
  Dios dijo, “Morris, ¿Alguna vez has matado a alguien?
  Le dije, “No.”
  Dios me pregunto, “Morris, ¿alguna vez has tomado la mujer de otro hombre?”
  Le conteste, “No, nunca lo he hecho.”
  Dios dijo, “David si. El vio a una mujer que era de otro hombre. La deseó. Y la tomó. Mando al esposo de ella al frente de una batalla para que muriera y así quedarse él con la mujer por el resto de su vida.”
  Cuando Dios me dijo esto, empecé a llorar."
GRANDES HOMBRES DE FE
  No estoy criticando a estos hombres de Dios al decirle a usted estas cosas. Fueron hombres de gran fe que amaron y siguieron a Dios.
  Dios estaba tratando de enseñarme algo. No trato o de hablar mal de David, él fue un gran hombre y poseía muchas buenas características, una de las cuales era su eterno buscar a Dios.
  Moisés poseía la gran humildad de la que hablamos anteriormente.
  Abraham se caracterizó por las maravillosas experiencias espirituales que tuvo con Dios.
  Después de haber pasado por esta experiencia, llore como un niño. Me dirigí a Dios y le dije: “Señor, comprendo lo que tratas de enseñarme.”
  “No fue por Moisés mismo.”
  “No fue por Abraham mismo.”
  “No fue por David mismo.”
  “Sino por causa de la gracia del Dios Todopoderoso.”
  La verdad que Dios recalco a través de esta experiencia fue ésta... “Ellos estuvieron en las mismas condiciones en que tu estas.”
  Estos grandes hombres de la Biblia fueron hombres sencillos. Fueron personas ordinarias. Ellos tenían faltas y errores. También tenían defectos.
  Todos estos hombres sobresalieron, por lo que Dios hizo en ellos y por medio de ellos.
  Le dije, “Señor, comprendo lo que me quieres decir. ¡Todo es por causa de tu gracia solamente!
  “Tu no te fijas en lo que somos, sino en lo que puedes hacer de nosotros por medio de tu poder divino.”
POR LA GRACIA DIVINA DE DIOS
  La única razón por la cual Dios nos usa es por su gracia. Por primera vez en mi vida comprendí que no fue por la grandeza que poseía David, no fue la habilidad de Abraham, no fue por la buena voluntad de Moisés.
  Si no hubiera sido por la gracia del Dios Todopoderoso, Dios nunca hubiera usado a Moisés.
  Si no hubiera sido por la gracia del Dios Todopoderoso, Dios nunca hubiera usado a Abraham.
  Si no hubiera sido por la gracia del Dios Todopoderoso, Dios nunca se hubiera relacionado con David.   Hemos tenido a estas personas sobre un pedestal.
  No fue por sus propios meritos, sino por la gracia de Dios.
  Cualesquiera que sea su debilidad hoy en día... Cualesquiera que pudiera ser su fuerte... Recuerde que Dios depende de lo que El puede hacer en usted, por usted, y a través de su vida, si usted se olvida de si mismo y confía en EL.


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